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viernes, 11 de marzo de 2011

Para vos que estás maternando: Más sobre puerperio.

  

  
 Otra vez escribo para vos, que no te tocó fácil: pero ¿para quién lo es? Además del libro fundamental de Laura Gutman, La maternidad y el encuentro con la propia sombra, hay otro en su producción que ha resultado para mí muy enriquecedor desde mi segundo puerperio en adelante. Espero que pronto puedas leerlo. Se titula: Puerperios y otras exploraciones del alma femenina. Ninguna mujer-madre con quien yo haya interactuado habla de una manera tan lúcida y honesta sobre el puerperio como lo hace Laura Gutman. Desde la cabeza y desde el corazón, su análisis de este proceso que ella bien define como "eterno" es sencillamente brillante y conmovedor. Evidentemente, ha corrido mucha agua bajo el puente de esta psicoterapeuta familiar especializada en crianza y madre de tres hijos, y me da la sensación de que sabe de lo que habla por experiencia propia y no tan sólo por su labor terapéutica.

  Para mí lo más revelador de este libro es la comparación que Gutman establece entre parto y muerte, siendo el parto "la puerta" del más allá al más acá, y la muerte, "el paso" del más acá al más allá. Según Gutman, ésto explica los "estados alterados de conciencia", el sufrimiento y la angustia que caracterizan al puerperio y que sólo las mujeres valientes y sinceras consigo mismas son capaces de blanquear, ya que SÓLO se espera que todo sea alegría y felicidad ante la llegada del bebé. Estos sentimientos son comparables a los de cualquier duelo : duelo por la mujer-niña que fuimos y no seremos más, duelo ante la crisis vital que atravesamos, duelo por el mundo Yang que nos vemos forzadas a abandonar para navegar las aguas profundas del mundo Yin, para el cuál quizás no todas estemos debidamente preparadas. Para la autora, la dualidad Yin -Yang se establece como una lucha entre fuerzas opuestas: el Yang se relaciona con lo masculino, concreto, consciente,activo,intelectual, el fuego, la luz ; mientras que el Yin es un universo subterráneo para la mayoría hoy en día, en donde discurre lo femenino, sutil, inconsciente,pasivo,sentimental, el agua, la sombra. Y otra vez la clara referencia a Jung.

 Para mujeres que se han preparado para el mundo del afuera, del trabajo y el éxito profesional o la tarea intelectual con un reconocimiento concreto en el mundo del mercado, no es raro que el hecho de tener que entrar en una frecuencia en la que prima el recluirse en el hogar y el enfrentarse con sentimientos desbordantes, muchas veces en soledad, y sin obtener reconocimiento material por esta ardua labor, desconcierte o deprima. Gutman no escastima detalles al desarrollar el tema de las depresiones puerperales, tan poco entendidas y mal vistas como fenómeno, y tan desacertadamente tratadas hasta por muchos profesionales. El entorno de la puérpera, con las mejores intenciones, al ver que la reciente madre parece haber perdido la brújula de la cordura, se encarga de "darle ánimos" insistiendo en la necesidad de que se recupere pronto, se ponga en forma, retome sus actividades "de antes" y se alegre por la llegada del bebé a su vida. El médico la diagnostica poniéndole rótulos que la asustan aún más que su propio descontrol emocional, y la medica, dejándola aún más confundida y adormecida con respecto a su situación y  a sus sentimientos.  La puérpera se ve sumida en un desconcierto aún más profundo, ya que no puede con sus propios sentimientos, y sin embargo, no es la presencia del bebé que la entristece, sino un sinfín de otras cuestiones totalmente atendibles que, nombradas, cualquier mortal comprendería. Gutman es categórica: "Está permitida la alegría, pero no es tolerada la tristeza".  Por eso muchas mamás en esa posición no se animan a expresar sus reales sentimientos. En verdad, este es el momento oportuno para que los de afuera sean de palo si se trata de emitir juicios o dar consejos, y sólo deberían remitirse a ser sostén emocional de la puérpera, para que ella sea capaz de sostener a su bebé. Mamá y bebé conforman una "díada" y se hace imprescindible una red de contención , apoyo y cariño para la misma.

 Por otra parte, nos encontramos en un tiempo en el que se suscitan otros fenómenos formidables: al estar "fusionadas" emocionalmente con el bebé, nuestra mamá real y la que habita en nuestro interior como construcción propia, habilitan u obstaculizan, según lo entiendo yo, nuestra propia capacidad de maternaje. En mi rudimentaria interpretación, al parir a un hijo, "parimos" también a nuestra madre. Y si no logramos hacerlo, esto será lo que emerja y nos mire de frente desde la sombra, causando interferencias y molestias. Como toda crisis vital, el puerperio es una gran oportunidad para encontrar el beneficio oculto en el dolor , para repasar y asumir nuestra propia biografía, aceptando el "yo soy" sin intentar volver al "yo era", sino enriqueciéndolo desde el nuevo paradigma que incluye a nuestro bebé. Es el momento de convertirse en mujer adulta, un rito de pasaje, para mí el más importante por su huella y por sus profundas y duraderas resonancias místicas. Pariste a tu hijo, parís a tu madre, y así y sólo así te parirás a vos misma.Es el momento preciso para asumir- con todo el sostén que se pueda obtener de personas queridas, respetuosas de la necesidad de intimidad  y de encontrar el propio ritmo de a poco (de esas que no abundan...), que lo que nos pasa es precisamente lo que necesitamos para "ser más acabadamente nosotras mismas".

 NO ES FÁCIL, PERO SE LOGRA. YO SOY UNA SOBREVIVIENTE, FELIZ DE TRANSMITIR LO QUE APRENDÍ DE UNA MAESTRA Y DE MI PROPIA TRAVESÍA POR ESAS AGUAS, Y SIGO INTENTANDO DÍA A DÍA SER CADA VEZ MÁS "YO", DE LA MANO DE OTRAS MAESTRAS QUE SE HAN IDO SUMANDO EN EL CAMINO...

 ¡Te deseo lo mejor de corazón: a vos y a tu bebé, que por ahora y por un rato laaaargo, son uno!

A boca de jarro

jueves, 10 de marzo de 2011

Los hijos...


 ¡Hay tantas cosas que se dicen y se escriben y se han escrito sobre los hijos! Parten de sentimientos viscerales, los más profundos, lo mejor de nosotros. Los hijos nos regalan muchas caricias esenciales para el alma, intangibles, etéreas, invaluables, y también son la causa de nuestros más oscuros temores y nuestros más sufrientes desvelos y zozobras. 

 A veces son las alas que necesitamos para levantar vuelo y darle un real sentido de trascendencia a nuestra efímera existencia. Otras tantas, son como un grillete que nos pesa y que viene a coartar nuestra libertad de movimiento y elección. Son fuente de sentimientos encontrados, luces y sombras que nos habitan y que- humildemente pienso y siento-  es necesario reconocer y decir en voz alta, ya que lo que se dice se asume, se blanquea , se acepta, y solamente así nos hace bien.

 Si intentamos disimular u ocultar y ocultarnos a nosotros mismos los sentimientos negativos que experimentamos siendo padres, nos dañamos y nuestros hijos también resultan dañados, porque ellos perciben todo lo que nosotros intentamos esconder en nuestros silencios, nuestras rabias, nuestro enojo y nuestra impotencia: ellos están llenos de sabiduría, y viven en una frecuencia en la que se captan ondas muy sutiles que sus papás creen poder  disfrazar con los artilugios de la compleja psiquis adulta.

 Los hijos son la materialización del niño interior que llevamos dentro: por eso los sabemos frágiles, vulnerables y a la vez llenos de potencialidades y creatividad. Sospecho que no nos equivocamosY lo más duro es concebirlos libres e independientes de nosotros, capaces de andar por la vida sin que nosotros vengamos dos pasitos más atrás para advertirles los peligros o salvalrlos de caerse y lastimarse. Capaces de pararse sobre nuestros hombros y ver mucho más allá de lo que nuestros ojos pueden alcanzar a divisar. 

 No, no podemos evitar que sufran, parafraseando esa hermosísima canción de Joan Manuel  Serrat, que justamente reúne todas las emociones que los hijos despiertan y las expresa con absoluta sencillez y honestidad. Y aunque duelen más que nuestra propia vida, que gustosos daríamos para salvarlos del peligro y del dolor, han venido al mundo -igual que nosotros- a caerse y a golpearse para convertirse en PERSONAS. Sólo así podrán ellos algún día  hacer  su vida o elegir concebir a sus propios hijos.

  Parimos a nuestros hijos miles de veces, no una sóla, y los parimos con dolor, pero también con amor y regocijo. Nada ni nadie duele más que los hijos. Nada ni nadie más que ellos ocupa un lugar tan enorme en el baúl de nuestros tesoros. Y "allí donde está tu tesoro, está tu corazón."

A boca de jarro

viernes, 25 de febrero de 2011

"Ser niño"

"Día del Niño" de Silvia Beatriz Zurdo.

"No soy adulto pequeño
Soy único y especial
Por favor sé muy paciente
comprensivo y cordial.

Hay cosas que no comprendo,
cosas que debo aprender.
De lo que sí estoy seguro
es que yo quiero aprender.

Enseñame con paciencia,
escuchame, dame amor.
Educame con tu ejemplo
así creceré mejor.

¡Qué lindos que son tus mimos!
Me gusta verte contento.
Te invito a jugar conmigo,


Después... contame algún cuento. 

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